viernes, 15 de noviembre de 2013

El corazón y sus infiernos. Fragmento 1. Por Anayeli Castañeda.

Melany:
Miré el reflejo que el espejo me mostraba: mi piel se veía más pálida de lo normal, mis ojos vacíos y mi cabello negro y largo despeinado. Llevaba todo el fin de semana sin salir de casa a causa de mi tristeza. ¿Cómo era posible que Héctor, ese chico alto y de ojos marrones, me hubiera traicionado?
Desesperada abrí el grifo del lavabo y me lavé la cara tratando así de borrar las marcas de tristeza y decepción. Pero al mirarme de nuevo al espejo me di cuenta que nada había logrado el agua... me seguía viendo igual. ¿Qué otra cosa podría ocupar para borrar el dolor?
Un sentimiento atroz de cortarme las muñecas se apodero de mí de nuevo y al sentirlo aparecer me recargue con fuerza en el lavabo para aniquilar las ganas.
Respiré profundo varias veces derramando lágrimas de dolor.
De repente, empezó a sonar un ruido extraño proveniente de mi habitación: mi celular.
Traté en vano secar las lágrimas y salí despacio del baño. Al llegar a mi cuarto mi celular aún seguía vibrando, me senté en la cama y miré la pantalla: Héctor. Mi corazón se encogió, era imposible no contestarle pero... ¿y sí todo se arruinaba con esa llamada? Jugué con el celular en la mano y a la tercera llamada insistente decidí contestar.

Elena:
Ansiosa hojeé de nuevo mi libro de "Geografía" .
Mañana entraría a la universidad y eso me emocionaba sí, pero también me aterraba ya que era demasiado tímida como para establecer relaciones con la gente en un corto tiempo. No me gustaría que pasará lo del año anterior: empezarme a llevar bien con todos hasta las últimas semanas de los tres años. 
Todo el verano me la había pasado pensando en nuevas tácticas para conocer gente y mi objetivo principal era, nada más y nada menos, que enamorarme.
Iba ya a cumplir los 19 años y no había sentido esa sensación de la que todo el mundo hablaba en mi antigua escuela: el amor.
Nunca me había enamorado en nadie y nunca nadie se había fijado en mí. A veces me decía que ellos no eran lo suficientemente buenos para mí y me consolaba diciendo que el destino me pondría en mi camino alguien que en verdad valiera la pena pero el paso lento del tiempo me hacía frustrarme un día cada vez más.
"Debes buscarlo, si te quedas sentada viendo como pasa la vida... ¡No lo encontrarás nunca!" Me había dicho mi mejor amiga cuándo hablaba con ella por celular. Y esas palabras se habían grabado en mi mente, en todo el año que se avecinaba trataría de no olvidarlas.
Desesperada me levanté de mi cama y aventé el libro de Geografía contra ella. Y salí de mi habitación decidida a buscar de nuevo en Internet consejos para enamorar a un hombre. No se me tenía que pasar ni un solo detalle."
 
Annie Cas

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